30/11/24 – La interminable tragedia siria se reaviva. El terrorismo yihadista, con una operación fulminante apoyada por la Turquía del ‘Sultán’ Erdogan, logró ocupar Aleppo, la segunda ciudad del país después de Damasco, martirizada por los islamo-nazis del Estado Islámico (ISIS) hasta su liberación en 2016. El ataque, que partió de las zonas del país aun ocupadas por Turquia y de Idlib, todavía en manos de terroristas islámicos, tomó por sorpresa a las fuerzas gubernamentales. Los salafistas suníes de Jabhat al-Nusra, nacida de Al Qaeda, entraron en Alepo al grito de Allahu Akbar casi sin encontrar resistencia. Decenas de miles de civiles están huyendo. Nadie ha olvidado los horrores perpetrados por los hombres del ISIS, las masacres, las ejecuciones sumarias en público, las violaciones a gran escala.

No está claro por el momento quién, aparte de Turquía, está detrás de este nuevo intento de desestabilizar Siria, un país clave en el equilibrio de poder en Medio Oriente, y su presidente chiita aleví Bashar al Assad. Israel parece haber desempeñado un papel propiciatorio. En la guerra contra Hezbollah el Estado judío ha atacado repetidamente en la regiòn instalaciones militares de las fuerzas del gobierno sirio y sus aliados, la Guardia Revolucionaria iraní y las milicias chiítas libanesas. Israel ya jugó un papel ambiguo durante la primera fase de la guerra en Siria hace diez años, al favorecer el avance de las fuerzas de la Jihad, asociadas de los Hermanos Musulmanes y de Hamás, con el objetivo de debilitar al Estado sirio, oficialmente todavía en guerra con Israel y estrecho aliado de Irán y del Hezbollah libanés.

El ataque de ahora parece promovido tambien por la administración estadounidense de Joe Biden, que abandonará la escena dentro de algunas semanas reemplazado por Donald Trump, en un intento de distraer y debilitar en Ucrania a Rusia, aliada de Assad. Aviones americanos han atacado un convoy de las milicias chiitas de Irak enviados en apoyo de las fuerzas sirias contro los jihadistas. En los últimos días, Biden ya autorizó repentinamente a Ucrania a utilizar los mortíferos misiles estadounidenses ATACMS, rompiendo una de las últimas líneas rojas de Moscú. Que podría recurrir a armas nucleares. Una provocación muy peligrosa, que pretende impedir que su sucesor Trump pueda imponer rápidamente, como prometió, la paz en Ucrania. A la que, por ahora, sin embargo, el presidente ruso Putin ha respondido con relativa moderación. Sin duda esperando la llegada de Trump a la Casa Blanca.

ERDOGAN, ESCONDIENDO LA MANO TRAS LANZAR LA PIEDRA – La fuerza aérea rusa comenzó a bombardear a las fuerzas yihadistas en los alrededores de Alepo. Sin embargo, los yihadistas siguen avanzando hacia el sur, hacia Damasco. La situación sigue siendo fluida. Fiel a su estrategia de esconder la mano tras tirar la piedra, Ankara, responsable del ataque yihadista, fingió estar preocupada por el reinicio de la guerra y querer volver a la calma. Fuentes informadas han confirmado que Erdogan ha dado luz verde a la ofensiva yihadista. El sultán, que se considera el líder del mundo árabe islámico -a pesar de no ser árabe- había seguido la misma estrategia durante la primera fase de la guerra en Siria, apoyando, armando, protegiendo y financiando a los hombres del ISIS. Mientras lo negaba oficialmente. Y convencendo a la administración estadounidense de Barak Obama y Hillary Clinton en la primera fase de la guerra de que una “oposición islámica moderada” estaba luchando contra Assad y necesitaba ayuda y armas. Entonces quedó claro que la guerra contra Damasco fue librada principalmente por los atroces islamo-nazis del ISIS. El sunita Erdogan ha expresado repetidamente su odio personal hacia el aleví Assad, un presidente autoritario pero protector de las minorías religiosas. El sultán de Ankara no puede sino ver con buenos ojos el objetivo de los yihadistas de destruir el Estado laico sirio, como destruyeron el afgano, y proclamar en Siria la dictadura de un califato islámico sunita, basado en la Sharia.

Sin embargo, al final Erdogan tuvo que resignarse. ISIS había sido derrotado y casi destruido por las fuerzas gubernamentales de Assad, con la ayuda de Rusia e Irán, las guerrillas kurdas sirias y turcas y las milicias chiítas libanesas de Hezbolá. Sin embargo, ahora parece que el sultán de Ankara quiere intentar de nuevo derrocar a Assad, aprovechando el debilitamiento de sus aliados. Rusia en la guerra en Ucrania, Hezbollah con los ataques de Israel, Irán en el choque remoto con el Estado judío. Y de la fragilidad de la Casa Blanca, en las últimas semanas locas de Biden en el Despacho Oval. Pero el riesgo, si la Jihad conquista Damasco, es incendiar definitivamente Oriente Medio, con consecuencias muy graves (emigración masiva, expansión del terrorismo, contagio de la guerra) incluso en Europa, ya al borde del precipicio con la guerra absurda. en Ucrania. ¿Esperando a Trump?….