1/06/24 – Las señales de alarma se disparan una tras otra. Si no se produce un cambio de rumbo rápidamente, corremos el riesgo de chocar a toda velocidad contra un muro. Y el año 2024 puede convertirse en un desastre, la “Madre de todas las guerras”.
La solución violenta de los conflictos políticos, con guerras y masacres, se vuelve desinhibida. Esto se debe principalmente a la larga serie de graves errores de Occidente. Después de la caída del Muro de Berlín no pudimos cambiar de estrategia. Fundamentalmente, se ha mantenido la línea de oposición muscolar según el modelo de la Guerra Fría. Occidente debe prevalecer sobre Oriente. Sobre el ‘enemigo’. Ruso. Y sobre sus aliados del maniqueo Eje del Mal inventado por George W. Bush: Irán, Siria, Corea del Norte (en este caso justificada), en parte también China.

La disolución de la URSS fue una inmensa oportunidad para transformar los equilibrios mundiales. Rusia había aceptado dejar libres a sus estados satélites, incluso para unirse a la OTAN y la UE. Moscu se había unido al Consejo de Europa, un antiguo bombo de la Guerra Fría. Golpeada en Chechenia y Afganistán por el terrorismo islámico, estaba lista para unirse a una gran coalición contra este gran nuevo peligro para el mundo libre. Y, sin embargo, el gran punto de inflexión que habría cambiado la faz del mundo no se produjo. O al menos ya no se nota.
Primero con la guerra de los Balcanes. Donde estadounidenses y europeos querían la explosión no negociada de la antigua Yugoslavia. Contra los intereses vitales de Serbia, aliada de Moscú. Luego en Irak, donde EE.UU y sus aliados atacaron un país del área de influencia rusa, inventando la excusa de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein. Inexistentes.
Pero la guerra dio un terrible impulso al terrorismo islámico. Luego en Siria. La misma coalición occidental ha arremetido contra Bashar Assad, también aliado de Rusia. Autoritario, sin embargo protector de las minorías religiosas, y ciertamente más “democrático” que Arabia Saudita o Qatar, socios de Occidente y financiadores impunemente con la Turquía de Erdogan de los despiadados terroristas islámicos del ISIS.
Mientras tanto, los EE.UU., bajo Donald Trump, rompian los acuerdos nucleares con Irán, que estaba volviendo a la cooperación internacional. Una decisión estúpida. Teherán ha retomado así el camino hacia el arma nuclear que había prometido detener. Y ha reactivado a sus peligrosos aliados chiítas en Medio Oriente, el Hezbolá libanés, los hutíes yemeníes, que están bloqueando el comercio mundial en el Mar Rojo, y los milicianos de la UMP en Irak.
El absurdo conflicto entre Rusia y Ucrania ha agravado la ruptura con Moscú. Occidente no ha respetado los pactos establecidos con Rusia tras el fin de la URSS. La neutralidad de Ucraina. No aceptó la devolución de Crimea, al 90% rusa, bajo la autoridad de Moscú. Mientras en los Balcanes impuso la secesión de Kosovo de Serbia. Armó, financió y apoyó al régimen ultranacionalista de Kiev. Y demonizò a Putin, declarado criminal de guerra. Un juego agresivo e irresponsable con una de las tres superpotencias nucleares del mundo. Aparte de las masacres y la destrucción de la guerra, los europeos siguen pagando las pesadas consecuencias económicas.
Rusia, demonizada por Occidente, está de nuevo en las trincheras. Se alió con China. Desarrolló el eje Brics. Se ha acercado a Corea del Norte, una pequeña pero muy peligrosa potencia nuclear del dictador Kim Jung-sun que se prepara para una guerra contra Corea del Sur, cubierta por el paraguas atómico estadounidense.

caricatura Kim Jong-su
Irán y Rusia, arrinconados, no han detenido el atroz ataque de Hamás contra Israel, que ahora está devastando Gaza y corre el riesgo de incendiar Oriente Medio. China amenaza a Taiwán, que teme un ataque sorpresa. Mientras el terrorismo islámico sunita se expande en Asia y África.
ISIS vuelve a levantar cabeza, tras ser derrotado en Siria por las fuerzas chiítas de Irán y Hezbolá y por los kurdos, con el apoyo de Rusia. Se atribuyó la masacre de Kerman, 82 civiles iranis asesinados cerca de la tumba del general Soleimani, uno de los artífices de la derrota de su Calffate en Irak y Siria, matado por los Estados Unidos.
El escenario de las próximas semanas, de los próximos meses, corre el riesgo de ser oscuro. La guerra en Oriente Medio puede extenderse a Líbano, Irán, Siria, Yemen, Irak. La guerra entre Ucrania y Rusia podría estancarse, sin un final previsible, envenenando cada día más las relaciones entre los europeos. Entre China y Taiwán, entre las dos Coreas, las mechas ya están encendidas. El Mar Rojo hierve.
Una estrategia sensata y urgente debería conducir a detener la guerra ruso-ucraniana, relajar las relaciones con Moscú retirando las sanciones occidentales, abrir negociaciones con Teherán para un nuevo acuerdo nuclear y una progresiva normalización, crear un frente mundial libre contra el terrorismo islamista sunita, también golpeando a sus financieros, empezando por Turquía y Qatar. Y parar la guerra de Gaza, trabajando a un nuevo acuerdo de Oslo entre israelis y palestinos. Con el apoyo de Rusia y Iran.
¿Utopía? Sí, probablemente este no va a pasar.
Y el muro se acerca.