23/7/2024 – Un triste aniversario para Chipre, la Isla del Amor que vio nacer, a Paphos, a la bella Afrodita, en una explosión, cuenta la mitologia greca, de espuma del mar. En julio de 1974 la isla fue invadida por el ejército turco. En pocos días Ankara ocupó brutalmente el norte de Chipre. Tomando como pretexto un intento de golpe de opereta por parte de la junta militar entonces en el poder en Grecia. Sembrando atrocidades y terror entre los habitantes greco-chipriotas. Asesinatos, violaciones, torturas. Un terror planeado para provocar la huida hacia el sur, en cuanto se acercaran los turcos bombardeando ciudades y pueblos, de la población greco-chipriota (el 80% de los 600.000 habitantes de la isla, contra el 20% de turcochipriotas). Y una limpieza étnica inmediata. La invasión turca provocó que 200.000 refugiados, un tercio de la población, huyeran para evitar el masacre. Desde entonces no han podido regresar a sus hogares. Donde habían abandonado todas sus pertenencias. Convencidos de volver al cabo de unos días. Porque el mundo civilizado, pensaban, no permitiría la violación de la isla de Afrodita.

El nacimiento de Afrodita de Botticelli
Pero si que lo permitió. Mirando para otro lado. Por supuesto, ha habido valientes declaraciones de condena. La ONU deploró virilmente. Pero nadie movió un dedo. Y 40.000 soldados turcos siguen ocupando el norte de la isla. Donde se proclamó una República turco-chipriota que reconoce únicamente a Turquía. Un ‘muro’ corta la isla por la mitad. Y su capital Nicosia. Donde está hecho de calles y restos de casas abandonadas, invadidas por la maleza, los ratones y los perros callejeros. Como Nueva Famagusta, o Varosha, hasta 1974 paraíso turístico del Mediterráneo oriental. Hoy la ciudad fantasma más grande de Europa. Desde entonces, el Estado chipriota, reducido a la mitad, se ha unido a la UE. Se ha establecido una especie de statu quo, de tregua armada, en las relaciones entre el norte y el sur de la isla, facilitando el paso entre una zona y otra. Pero los 200.000 refugiados, al menos los que aún están vivos, sus hijos y nietos, siempre sueñan con un regreso. Sin embargo, la presencia masiva del ejército turco en el norte lo hace imposible. Recuerdo el título de un artículo de hace 45 años en el Journal de Genève. “L’an prochain à Famagouste” (“El año que viene en Famagusta”). Los famagustinos estaban convencidos de que regresarían. Porque el mundo no lo permitiría… Un drama inmortalizado por las ‘mujeres tristes’, con la cabeza siempre gacha, del pintor chipriota más famoso, Xanthos Hadisotiriou, refugiado de Famagusta.

Xanthos Hadjisotiriou y su ‘mujeres tristes’, Limassol
La eterna y olvidada crisis en Chipre, un país de la UE ocupado por el ejército de un Estado ahora islámico liderado por el ‘sultán’ Erdogan, es una mancha imborrable en la democracia europea. Ninguno de los países que lanzaron la cruzada contra Rusia en Ucrania – con el dinero de los contribuyentes europeos y estadounidenses – propuso hacer la guerra a Turquía para liberar Chipre. Nadie pidió sanciones contra Ankara. El tribunal de La Haya no emitió órdenes de arresto contra Erdogan y sus predecesores como lo hizo contra Putin, o el primer ministro israelí Netanyahu. El mismo “sultán” de Ankara, cuyo ejército ocupa ilegalmente no sólo Chipre sino también zonas de Siria, se siente autorizado a denunciar la “ocupación” israelí de Gaza y Cisjordania. Olvidando que Turquía ha perpetrado el genocidio más grave (un millones de armenios) de la historia europea moderna, tras la de seis millones de judíos en la Alemania nazi, tambien arremete ahora contra el supuesto “genocidio” de los palestinos en Gaza. Pero, quién dijo alguna vez que la moralidad en la política…
