15/1/25 – En 2009 el Premio Nobel de la Paz fue otorgado al reciente presidente estadounidense Barak Obama. Porque, los sabios de Estocolmo estaban convencidos incluso antes de que lo intentara, lograría la paz entre israelíes y palestinos. Que por supuesto no llegó. Una broma de malo gusto… Hoy pasó todo lo contrario. Incluso antes de entrar en la Casa Blanca, Donald Trump impuso una tregua imposible en Gaza, que Biden llevaba meses intentando conseguir en vano. Tempestuoso e impredecible, el republicano ya está devolviendo el liderazgo político a Estados Unidos en un mundo en desorden. Y la capacidad de imponer una Paz Americana. O más bien Trumpiano. Había amenazado a Hamás con el “infierno” si no devolvía a los rehenes israelíes antes del 20 de enero, día de su investidura. Y Hamás, bajo la presión tambien de sus padrinos Turquía y Qatar, cedió.

Caricatura, Putin y Trump
El próximo paso será la paz en Ucrania, prometida también por el candidato Trump “en 48 horas”. Quizás sean necesarios unos días más. Pero sucederá. Y la paz probablemente se logrará ‘al estilo ruso’, después de dos años de una guerra absurda alimentada por líderes occidentales irresponsables – que costó decenas de miles de muertes y cientos de miles de millones a los contribuyentes europeos y estadounidenses – a expensas del régimen del presidente ucraniano. Zelenski. Será una derrota rotunda para una Unión Europea débil, incapaz de proteger sus propios intereses y los de sus ciudadanos, y que actúò bajo las órdenes del predecesor de Trump, el demócrata Joe Biden.

La Rosa Negra de Gaza
Con el nuevo ocupante de la Casa Blanca, muchas cosas cambiarán en las relaciones internacionales. En un mundo que debería volverse tripolar. Dominado por Estados Unidos, China y Rusia, las tres potencias más influyentes del planeta. Con una UE cada vez menos influyente. El principal resultado – negativo – logrado con la alineación con los intereses estadounidenses en Ucrania fue distanciar a Rusia de Europa. Y de la cooperación. Y presionar por la consolidación de un contrapoder de los países emergentes con los Brics. Distraídos por la guerra de Ucrania, los países de la UE también se dejan expulsar de sus tradicionales zonas de influencia en África y Oriente Medio, en beneficio de Rusia, China y Turquía. Trump, cuya relación con Putin siempre ha sido buena, ya ha comenzado a avanzar en línea con la estrategia de Moscú de ampliar su espacio vital. Que espera traer de vuelta a la cooperación internacional. ‘Super Donald’ ya ha hecho saber que quiere hacerse con Groenlandia – paraíso estratégico para las tierras raras -, rebautizar el Golfo de América como Golfo de México (con sus enormes reservas de petróleo), recuperar el control del Canal de Panamá. Y hacer de Canadá, el estado número 51 de la Unión.

Caricatura, Trump, Putin y los europeos
El Medio Oriente, que ya ha cambiado significativamente por las guerras de Israel (con la destrucción parcial de Hamás en Gaza, Hezbolá en el Líbano, el debilitamiento de Iran, la ayuda a la caída de Assad en Siria) seguirá siendo un campo de batalla estratégico para Trump. Quién quiere obtener un acuerdo de reconocimiento entre Arabia Saudita e Israel. Y la destrucción “hasta el último terrorista de Hamás” en Gaza. El acuerdo de tregua (por ahora) entre Israel y Hamás podría cambiar muchas cosas para los palestinos. Entre los cientos de prisioneros que Israel debe liberar debería estar Marwan Barghouti, el ‘Nelson Mandela’ de Palestina y heredero natural de Yasser Arafat, encarcelado desde hace 20 años. Barghouti, el político más querido de los palestinos, es considerado el único líder capaz – si ese milagro sera posible – de lograr un acuerdo de paz con Israel. Sin embargo, hasta ahora los gobiernos israelíes de derecha siempre se han opuesto a su liberación. Probablemente porque no están a favor de un posible acuerdo de paz que reconozca los derechos de los palestinos, en la fórmula de los dos Estados. El gabinete de extrema derecha de Netanyahu podría volver a vetar la liberación del Nelson Mandela palestino…

Marwan Barghouti