29/4/2024 – Dejar las cosas a medias sería la solución más peligrosa. Permitiria que Hamás, ahora el ISIS palestino, siga haciendo imposible una hipotética futura negociación. Rafah debe caer y lo antes posible para que podamos tener la esperanza de iniciar un nuevo proceso de paz en Oriente Medio.

Israel llevó a cabo muy mal la campaña militar contra Hamás, que comenzó tras las masacres de civiles y las atrocidades de los milicianos yihadistas el 7 de octubre. Sobre todo no intentando limitar las víctimas civiles palestinas y al proceder sin un plan estratégico claro. Aunque gran parte de la responsabilidad de este enorme “daño colateral” humano recae en Hamás, que utilizó a los civiles de Gaza como escudos humanos, tras provocar la dura reacción de Israel el 7 de octubre. No defenderlos, sino dejarlos expuestos a las bombas israelíes, mientras sus líderes en la Franja y sus milicianos se escondían bajo tierra en los túneles excavados bajo hospitales, mezquitas y edificios residenciales. Y mientras sus líderes políticos veían morir a los civiles de Gaza desde la comodidad de hoteles de 5 estrellas en Qatar y Turquía. Pero para dar esperanzas a un posible nuevo proceso de paz en el futuro se debe eliminar el brazo armado de Hamás, que quiere destruir a Israel y ha demostrado métodos infames inspirados en ISIS. Esto permitiría al Fatah secular del anciano presidente palestino Abu Mazen intentar recuperar también el control de Gaza. Y ofrecerse con nueva legitimidad a una negociación que seria impuesta a Israel (con un nuevo gobierno) por Estados Unidos. Pero lo que queda de la fuerza militar del grupo yihadista se encuentra en los túneles de Rafah. Unos 15 mil hombres. Probablemente las tropas de élite de Hamás. Que ya ha perdido hasta el momento 15/20 mil hombres. El ‘ministerio de salud’ de Hamás en Gaza habla de 34.000 muertos desde el inicio de la guerra. Cifras comunicadas sin verificación por gran parte de la prensa europea. Hacendo creer que son civiles. De hecho, una buena mitad de ellos son armados de Hamás. Por supuesto, incluso si se redujera en un 50%, el número de víctimas civiles sigue siendo insoportable.
El ejercito de Israel prepara el último asalto a Rafah. Afirma haber planeado medidas para trasladar a los más de un millón de civiles de la ciudad a enormes tiendas de campaña hacia el mar y la frontera con Egipto. Un compromiso adquirido con el presidente estadounidense Biden. Pero el tiempo se está acabando. Las protestas internacionales son cada día más enconadas contra el “genocidio” atribuido a Israel. Una definición que expresa ignorancia y desprecio por los millones de víctimas de los verdaderos genocidios de la historia moderna, los judíos en la Alemania nazi, los camboyanos masacrados por los Kmer rojos, los armenios en Turquía, los tutsis en Ruanda. La eliminación de la fuerza militar de Hamás podría permitir reabrir un proceso de negociación entre Israel y el mundo árabe bajo la presión estadounidense, y con una normalización de las relaciones entre el Estado judío y Arabia Saudita. Por supuesto, la cuestión de los rehenes israelíes que siguen vivos (de los 130 que quedan, podrian ser solo alrededor de 40 según estimaciones de los servicios israelís) todavía puede ser utilizada por Hamás para bloquar o retrasar la invasión de Rafah.

Un aplazamiento también podría ser conveniente para el primer ministro israelí Netanyahu. Mientras dure la guerra, evita juicios por corrupción y la probable caída de su gobierno de extrema derecha. Sin embargo, un impulso para una aceleración podría provenir de su posible acusación en mayo, según la prensa israelí, por parte del Tribunal Internacional de La Haya. Que también podría emitir una orden de arresto en su contra. Una vez sin Hamás y Netanyahu, y con una apertura política de Occidente hacia Irán, un actor cada vez más crucial en la crisis de Oriente Medik, un nuevo proceso de paz podría volverse un poco menos imposible.
