12.08.24 – El ridículo no mata, dicen. Pero en Cataluña quizás sí. Con un cadaver. Lo del sueño de la independencia. A lo que la región española había estado casi cerca en 2017. Desatando la feroz represión del Estado español. El “killer”, pistola humeante en mano, es el ex “President” Carles Puigdemont, que en 2017 ya había gestionado desastrosamente el “procés” que – prometia – debía llevar a los catalanes a separarse de España. Ahora lo ridículo… Ante la durísima respuesta de Madrid, que aniquiló las instituciones catalanas y encarceló a sus dirigentes, Puigdemont huyó a Bélgica escondido en el maletero de un coche. Dejando a sus ministros en las cárceles españolas. Desde entonces, en la dorada seguridad del Parlamento Europeo, con el confortable salario de eurodiputado, y perseguido en vano por las órdenes de detención españolas, ha seguido lanzando proclamas quijotescas a los independentistas y desafíos a Madrid. Había elegido vivir en Waterloo, cerca de Bruselas, donde Napoleón el Grande había librado su última y trágica batalla. Antes, él también, del exilio de Sta Helena..

+++ ‘flirt’ Puigdemont y Sanchez ( caricatura Santi Orué)
El año pasado, un golpe de suerte sacó de la irrelevancia al Pequeño Napoleón catalán. Después de las políticas españolas, que habían producido un parlamento ingobernable, los 7 diputados (de 350) de su partido JpC se convirtieron en vitale para dar una mayoría y salvar el escaño al primer ministro socialista Pedro Sánchez. Puigdemont los había ‘entregado’ a cambio de una amnistía ad personam. Votada por el parlamento español. Pero cuestionada por algunos jueces posfranquistas. Uno de los cuales ha confirmado por ahora la orden de detención contra el ex ‘president’. Esto arruinó los planes de Puigdemont, que quedó segundo en las elecciones catalanas de junio (votado principalmente en el norte rural de la Cataluña profunda), 10 puntos por detrás del socialista Salvador Illa. Esperaba -pero sin tener los números- ser reelegido “President”. Las elecciones fueron desastrosas para el frente independentista, que perdió la mayoría absoluta en el Parlamento que ostentaba desde el fin del franquismo. Sin embargo, para motivar al electorado independentista durante la campaña, Puigdemont juró que dejaría la política si no lograba volver a ser presidente (pero hoy ya lo ha olvidado). Esperaba un regreso triunfal a Cataluña después de siete años de exilio para la sesión de investidura del nuevo presidente catalán. Convencido de que podría bloquear la elección de Illa. A riesgo de ser detenido. Ofrecia valientemente su pecho al enemigo españolista. Esperaba así provocar una tensión insostenible y socavar el pacto de investidura entre Illa y el otro gran partido independentista, ERC del ‘Nelson Mandela catalán’ Oriol Junqueras, que acabó en prisión en 2017. Erc habia arrancado una concesión histórica al presidente del Gobierno Sánchez a cambio del apoyo a Illa: la autonomía fiscal, soñada por los catalanes desde la muerte del dictador Franco.

++++ ‘El beso’ Sanchez/Puigdemont, murales en Barcellona del artista urbano TVBoy
Pero el regreso triunfal de Puigdemont se convirtió en una opereta cómica. Llegó la mañana de la investidura a una plaza de Barcelona recibido por cientos de aficionados, en su mayoría retirados. Ni siquiera entró al Parlamento, pronunció un pequeno discurso de cinco minutos. Luego volvió a huir a Waterloo. La policía local catalana, los Mossos, tuvieron cuidado de no arrestarlo, cayendo ellos mismos en el ridículo. Luego explicó que lo perdió de vista porque los agentes que lo seguían se vieron detenidos por un semáforo en rojo… Visiblemente nadie, ni en Madrid ni en Barcelona, se moría por tomarse la molestia de arrestarlo.
ILLA, EL ANTI-PUIGDEMONT, CON DUCH PAZ CON BRUSELAS
La elección del muy pragmático Illa marca probablemente el fin del sueño independentista. Muchos catalanes están hartos de las proclamas vacías de Puigdemont y sus hombres. Quieren volver a una política de reconciliación que aborde sus problemas reales y no las quimeras ideológicas. Illa lo entendió. Formó un gobierno ‘de servicio’ a los catalanes y de (re)conciliación, nombrando a dos ex líderes del partido de Puigdemont, y dos ministros de ERC. En el Gobierno de Illa también figura Jaume Duch, uno de los altos cargos europeos más brillantes, ex-asesor del actual ministro de Asuntos Exteriores italiano, Antonio Tajani, cuando éste era presidente del Parlamento Europeo. El nombramiento de Duch como ministro para la UE y las Asuntos Exteriores marca la voluntad de normalizar las relaciones con Bruselas, tras las tensiones de la era Puigdemont. El expresidente, convencido de su propia importancia, podría ahora vengarse de haber sido nuevamente marginado, provocando la caída de Sánchez en Madrid, ya debilitado por las investigaciones por presunta corrupción que involucran a su hermano David y a su esposa Begonia Gómez.

++++ Jaume Duch (izq) y Salvador Illa (Efe)